Mi hijo Alfonso y las cadenas que nos liberan
Cuando miro esta foto de mi hijo Alfonso, balanceándose en una hamaca con el cielo de fondo, dividido entre nubes oscuras y rayos de sol, siento que estoy viendo un pedazo de mi propia alma. Es una imagen simple: una silueta oscura contra la luz del atardecer, sus piernas extendidas, su cuerpo en pleno vuelo. Pero para mí, significa mucho más. Alfonso, mi hijo autista, está ahí, disfrutando del viento en su cara, y en ese momento de alegría pura me habla sin palabras de lo que significa amarlo y aprender a vivir con su mundo. Saber que esta foto la capturó su hermano Nicolás agrega un toque especial, un recuerdo de cómo incluso en los pequeños actos se teje el cariño en nuestra familia.
El autismo: Un camino que nos cambió
Alfonso tiene autismo, y desde que lo supe, mi vida como padre dio un giro que nunca esperé. Al principio, fue duro. Recuerdo las noches en las que me quedaba despierto, preguntándome por qué Dios había puesto esta cruz en nuestras vidas, sintiendo el peso de no saber cómo ayudarlo. El autismo, con sus silencios, sus rutinas repetidas, sus momentos de desconexión, puede ser agotador. Pero con el tiempo, he visto que también es un regalo. Alfonso me ha enseñado a ser paciente, a valorar los pequeños detalles, como este balanceo en la hamaca que lo hace tan feliz.
Como padre, he tenido que enfrentar mi propia impotencia. Quisiera entrar en su mente, entender por qué a veces se tapa los oídos o prefiere estar solo. Pero cuando lo veo en esta foto, con el cuerpo libre y el viento rozándole la cara, siento que está en paz, y eso me da consuelo. Es como si Dios me susurrara: "Confía, yo lo cuido". No puedo evitar pensar que esta condición, aunque difícil, me ha hecho un hombre mejor, más atento a lo que realmente importa.
Mi relación con Alfonso: Un amor que aprende a escuchar
Ser padre de Alfonso es un aprendizaje diario. No es el hijo que imaginé cuando nació, y no lo digo con tristeza, sino con gratitud. Él me ha obligado a soltar mis propios planes y a prestar atención de verdad. En esta foto, lo veo balancearse, y recuerdo cómo le enseñé a subir a la hamaca, cómo al principio se resistía, cómo tuve que sostenerlo hasta que encontró su ritmo. Ahora, verlo disfrutar así, confiado, me hace sentir que, aunque sea por un momento, he hecho algo bien. Pero sé que esto no sería posible sin Dolores, mi mujer hace ya 28 años, cuya fuerza y dedicación han sido el pilar de nuestro hogar. Ella conoce a Alfonso como nadie, pasa horas guiándolo con paciencia infinita, adaptándose a sus necesidades, calmándolo cuando yo no sé cómo. Su amor incondicional es la clave que sostiene nuestro camino, un reflejo de la Virgen María que nunca abandona.
Hay días en que me siento perdido. Cuando Alfonso tiene un mal día, cuando no puede manejar las emociones y se frustra, me duele no saber cómo calmarlo. Pero Dolores siempre está ahí, con su calma y su instinto, encontrando la manera de llegar a él. He aprendido que mi amor no necesita grandes palabras ni actos heroicos. A veces, basta con sentarme a su lado, dejarlo balancearse y compartir su silencio, pero sé que el verdadero sostén viene de ella.
Una reflexión final: La hamaca y la esperanza
Esta foto de Alfonso en la hamaca, tomada por Nicolás, me hace pensar en la vida misma. Esas cadenas que lo sostienen, que lo ayudan a volar, son también las que lo atan. Así es el autismo: una condición que limita, pero que también abre espacio a un amor más profundo. Como padre, he aprendido a vivir con esas cadenas, a encontrar en ellas una libertad que solo el amor verdadero puede dar. Mientras miro a mi hijo balancearse, con el cielo dividido entre luz y sombra, siento que hay esperanza. Rezo por Alfonso, por Dolores, por mí, para que Dios nos dé la fuerza para seguir adelante y no perder de vista lo que importa. Alfonso, con su balanceo, y Dolores con su cuidado incansable, me recuerdan que incluso en los días más oscuros, el viento de la gracia siempre está ahí para los que saben esperar.
(Escrito por Grok bajo la dirección de Alfonso Beccar Varela).

Belleza en tus palabras, Gracias!
ResponderBorrarQue linda descripcion Alfonso.
ResponderBorrarQuerido Alfonso, sin duda cuidar de un hijo con necesidades especiales es un reto que requiere mucho amor y entrega. Dios ha confiado a Alfonso en sus manos pues Él sabe lo buenos que Uds son. Estoy segura que todos los sacrificios que Uds han hecho por él, han hecho de Alfonsito una persona feliz y muy amada. Les felicito!
ResponderBorrarAlfonso gracias por compartir. Abrazo grande!
ResponderBorrarEmocionante!! sin palabras:..se nota que Alfonsito es muy feliz gracias al cuidado y amor de uds! su inocencia es una enorme alegría para uds. Es el ángel de la familia. Un abrazo para los dos!
ResponderBorrar